Introducción

En diversas especies de animales, domésticos y exóticos, así como en el hombre, se ha demostrado la presencia de rotavirus, principalmente en neonatos y juveniles, y en muchos casos asociados a cuadros de diarrea. Específicamente, en el caso de los animales domésticos, se acepta que las infecciones entéricas constituyen una de las principales causas de morbilidad y morta­lidad durante las primeras semanas de vida. Las pérdidas económicas que se producen son debidas a la falta de peso y retraso del crecimiento, y a una no bien determinada tasa de mortalidad. Los altos costos que implicarían su tratamiento y control, se ilustran claramente por el hecho que en los Estados Unidos de Norteamé­rica se perdían, en 1978, alrededor de 250 millones de dólares al año, y en Francia, en 1975, más de 500 millones de francos.

La etiología de las diarreas neonatales es muy diversa, incluyendo factores infeccio­sos y no infecciosos; entre los infecciosos, además de bacterias, clamidias, hongos y protozoos, se ha descrito una gran varie­dad de virus, entre ellos rotavirus, coronavirus, parvovirus, adenovirus, enterovirus, astrovirus, calicivirus y torovirus. Los más comúnmente relacionados con este sín­drome son los rotavirus y coronavirus. Cabe señalar al respecto que existirían numero­sos virus, de reciente descubrimiento, po­tencialmente enteropatógenos, tales como el 'Agente Brida', la llamada 'Fringed particle', y los virus Lyon 1, 2, 3 y 5.

La mayoría de los agentes etiológicos de la diarrea se encuentran comúnmente en el medio ambiente, aceptándose que la infección con alguno de ellos tendría un carácter banal. Sin embargo, existen diver­sos factores predisponente de gran importancia en la génesis de este síndrome y su gravedad; entre ellos se incluye la dieta, privación de calostro, medidas de manejo, estado sanitario, temperatura ambiental y humedad, estado inmunitario del recién nacido y estrés. Es en este contexto que analizamos la importancia de los rotavirus en animales domésticos en nuestro país, a través de los estudios realizados en los últimos años y que hacen referencia, en forma mayoritaria, a su pesquisa por diferentes técnicas, y a la búsqueda de una posible asociación entre la detección de rotavirus y la presencia de diarrea. Se plantea, como corolario, la necesidad de continuar estos estudios, especialmente en bovinos, equinos y porcinos, enfocándolos desde un punto de vista epidemiológico y  patológico.

Rotavirus, principales características

Los rotavirus se clasifican como un género dentro de la familia Reoviridae. Contienen un ARN de doble hebra con un PM de 11­12 x 106 daltones. El tipo morfológico predominante es una partícula de 70 a 75 nm de diámetro que consta de un núcleo central electrónicamente denso, envuelto por una doble cápside (Figura 1). Desde este núcleo central se irradian hacia el exterior pequeños capsómeros cilíndricos que le confieren a la partícula un aspecto de rueda con rayos (Rota = rueda). La cápside interna tiene una morfología icosaédrica, mientras que se describe a la cápside externa como un enrejado semejante a un panal que se complementa con la conformación de los capsómeros de la capa interna. Cuando se renueve el estra­to exterior, las partículas adquieren una superficie rugosa con un diámetro aproxi­mado de 57 nm.

Figura 1. Microfotografía electrónica de rotavirus bovino. Gentileza Dr. Germán Reinhardt V., Instituto de Microbiología. Universidad Austral de Chile.

Las partículas de rotavirus con doble cápside están compuestas por al menos seis estructuras polipeptídicas con PM entre 37 y 120 kd. Un polipéptido de 45 kd forma la pared interna alrededor del núcleo. Proteínas de 37 - 42 y 84 kd se identifican con los componentes de la pared externa, siendo el más abundante el polipéptido de 37 - 42 kd, glicoproteína que ha sido iden­tificada como el mayor inmunógeno neu­tralizante. El otro componente de la pared externa, de 84 kd, actúa como una hemoa­glutinina, además de estar involucrado en la neutralización viral.

Los antígenos comunes que poseen los rotavirus se ubican en la cápside interna, mientras que la variabilidad antigénica está dada por antígenos de la cápside externa.

Al respecto se ha demostrado que la mayoría de los rotavirus posee un grupo antigénico común, independiente de la especie ani­mal de la cual provengan. La presencia de antígenos comunes ha permitido el uso de la técnica de ELISA en el estudio de rota­virus animales, metodología que ha sido preparada originalmente para uso huma­no. Cabe consignar que se han descrito virus asociado con gastroenteritis en varia­das especies animales, los cuales son morfológicamente idénticos a los rotavirus pero no poseen el grupo antigénico común, además de carecer del triplete que forman las bandas 7, 8 y 9 en electroforesis. Estos virus se han denominado pararotavirus.

Diagnóstico de laboratorio

Para el diagnóstico de la infección por rotavirus se utilizan diferentes técnicas, tales como microscopía electrónica, elec­troforesis, ELISA, aglutinación indirecta e inoculación en cultivos celulares.

La microscopía electrónica fue la técnica inicialmente utilizada en el diagnóstico de rotavirus, al demostrar fácil e inequívoca­mente la presencia de partículas virales con una morfología típica, requeriendo solamente la presencia, en las heces de los animales enfermos, de un mínimo de 106 partículas virales por ml. En el caso de la inmunomicroscopía electrónica es nece­sario mezclar las heces con un suero anti rotavirus.

La prueba inmunoenzimática conocida por su sigla en inglés ELISA (Enzyme - linked immunosorbent assay) requiere que los antígenos o anticuerpos puedan ser uni­dos a una superficie sólida, esferas de poliestireno, microplacas, etc., y conser­ven su actividad inmunológica, y que uno de ellos esté unido a una enzima, de tal manera que conserven su actividad inmu­nológica y la enzimática. Las enzimas más utilizadas son la fosfatasa alcalina y proxi­dasa de rábano picante. Para pesquisar antígenos rotavirales en heces, se utilizan dos variedades de anticuerpos, uno unido a una superficie y el otro unido a una enzima, ambos altamente específicos; si hay antígenos rotavirales en las heces, éste se unirá al anticuerpo pegado a la fase sólida (esferas de poliesterino) y posterior­mente al segundo anticuerpo marcado con la enzima; al agregar el sustrato de la enzima, se producirá una reacción con cambio de color, en este caso virará al rojo naranja oscuro. Como ejemplo de esta tecnología podemos citar los 'kit' de diag­nóstico Rotazyme Abbott y Enzignost Hoechst.

La electroforesis del ARN rotaviral pone de manifiesto el comportamiento del genoma viral que tiene un modelo de migración característico en un gel de poliacrilamida, visualizándose 11 bandas (electroferotipo) las que se presentan en cuatro grupos: Grupo 1: con segmentos de ARN grandes y de movimientos lentos, representados por bandas 1, 2, 3 y 4; Grupo 2: segmentos de movilidad rápida, bandas 5 y 6; Grupo 3: tres segmentos que migran como triple­te, bandas 7, 8 y 9; Grupo 4: segmentos de movilidad muy rápida, bandas 10 y 11 (Figura 2).

 

Figura 2. Electroforetipo de rotavirus (RV) porcino (Berríos et al., 1989).

En nuestro país se utiliza preferentemen­te el 'kit' ideado por el bioquímico chileno Romilio Espejo T., denominado Rotagel, ISP (Palacios, 1986). Cualquiera que sea la modalidad empleada, el método de separación electroforética del ARN seg­mentado de los rotavirus, ha permitido la tipificación viral y la realización de estu­dios epidemiológicos al conocer los electroferotipos dominantes y sus mutantes posteriores. Es la naturaleza segmentada del ARN rotaviral lo que permite la aparición de mutantes que se traduce en la continua emergencia de diferentes cepas virales con serogrupos distintos.

El uso de los cultivos celulares para la propagación in vitro de rotavirus sólo fue posible cuando se utilizó tripsina como pretratamiento, lo que permite la introducción del material genético vira en el citoplasma celular. Se acepta que la tripsina disgregaría la doble cápside vira exponiendo los sitios receptores del virus, a través de desdoblamiento de un polipép­tido de la cápside externa y de la posterior activación de una fracción infecciosa de la partícula lo que facilitaría en último término su ingreso a la célula. El efecto citopático se inicia con la presencia de focos de redondeamiento celular que se agregan linealmente hasta cubrir totalmente la monocapa celular, observándose además vacuolización del citoplasma. Un rasgo muy característico de los cultivos celulares infectados con rotavirus es el denominado efecto de bandera o flameo que se eviden­cia al ocurrir un desprendimiento celular parcial. Una de las líneas celulares más utilizada para la replicación de rotavirus es la línea MA-104 derivada de riñón fetal de mono Rhesus (Figuras 3 y 4).

Figura 3. Monodapa celular sin inocular (Línea MA- 104) (Ramírez, 1987).

 

Figura 4. Monocapa celular (Línea Ma- 104), con efecto citopático producido por rotavirus ovino (100 x). (Ramiréz).

Otras metodologías utilizadas para el estudio de rotavirus corresponden a: inmu­nodifusión; fijación del complemento; hemoaglutinación e inhibición de la hemoaglutinación; aglutinación pasiva en látex (Slidex Rota-Kit bioMérieux); seroneutrali­zación; inmunofluorescencia; inmunoperoxidasas; radioinmunoensayo; inmuno­osmoelectroforesis y SPACE (Solidphase aggregation of coated erythrocytes).

Patología y patogénesis

La gastroenteritis infecciosa aguda es una enfermedad muy común en los mamíferos jóvenes y de gran importancia en los niños, y en animales domésticos, exóticos y de laboratorio. La gran mayoría de los brotes de gastroenteritis son causados por infec­ciones virales, siendo los rotavirus, coro­navirus y parvovirus, entre otros, los virus más relacionados con este síndrome.

El primer rotavirus reconocido como agen­te causal de diarreas, en el ratón lactante, fue el virus de la diarrea epizoática del ratón recién nacido, conocida como EDIM (Epizootic diarrhea of infant mice) y descri­ta por Kfrat en 1957. El virus fue conside­rado como muy infeccioso, resistente al tratamiento con éter, calor y pH extremos; inicialmente sólo fue posible propagar el virus en cultivos de órganos de epitelio in­testinal.

Mebus, en 1969, demostró que la diarrea del bovino podía ser reproducida inoculan­do terneros con filtrados libres de bacte­rias, provenientes de heces diarreicas.

Considerando que la diarrea de los terne­ros provoca significativas pérdidas económicas, el rotavirus bovino, conocido por las siglas NCDV (Neonatal calf diarrhea vi­rus), ha sido intensamente estudiado sien­do seleccionado como el virus prototipo del género Rotavirus. El mismo autor, inició el estudio de la patología del rotavirus bovino al inocular experimentalmente ter­neros con el virus NCDV.

El rotavirus responsable de la gastroenteritis infantil fue descubierto en 1973 por Bishop, quien demostró la presencia de numerosas partículas virales, mediante microscopía electrónica, en biopsias de duodeno de niños con gastroenteritis aguda, en Melbourne, Australia. Kapikian, en 1974, describe una gran similitud morfológica y relaciones antigénicas entre el rotavirus humano y los virus EDIM y NCDV.

Partículas virales, morfológicamente indis­tinguibles de los virus antes mencionados, han sido encontradas en un gran número de especies animales: bovinos, ovinos, equinos, porcinos, caprinos; pollos, pavos, faisanes; conejos; caninos y felinos; animales silvestres, tales como: antílope, corzo, zorro, jabalí, ciervo, oso pardo, canguro rojo, camello, chimpance, vena­do, gacela Thomson, ciervo rojo, gorila, mono, entre otros.

Con respecto a la patogénesis de la infec­ción por rotavirus, el daño que causan está restringido a aquellas células que contac­tan permanentemente con altas concentraciones de tripsina, como sucede en el caso del intestino delgado. Los rotavirus sólo infectan a las células epiteliales del ápice de las vellosidades intestinales, denominadas enterocitos y no a las células glandulares; estos enterocitos son reemplazados por células inmaduras, las cuales migran a una velocidad acelerada. Este epitelio inmaduro se caracteriza por presentar células más cuboídeas y con vacuolas citoplasmáticas. Las vellosidades afectadas se presentan más cortas y edematizadas, existiendo además infiltración linfocitaria de la lámina propia (Figura 5). Las células inmaduras son deficitarias en el mecanismo de transporte de electrolitos, particularmente sodio. Además carecen de una cantidad adecuada de enzimas digestivas, especialmente de lactasa, por lo cual falla la digestión de la lactosa, lo que conduce a una diarrea por fermentación. También está disminuída la absorción de la glucosa. Si la infección no se complica, el cuadro entérico es leve, presentándose signos clínicos severos solamente cuando el daño se disemina a lo largo del intestino delgado o cuando existe un compromiso secundario por bacterias enteropatógenas. En infecciones experimentales realizadas en terneros gnotobióticos se ha observado que las células epiteliales columnares absortivas se descaman y son reemplazadas por células cuboídeas cortas e inmaduras, existiendo por lo tanto, en condicio­nes naturales y artificiales, un acortamiento de las vellosidades, reemplazo del epi­telio columnar y un aumento en el número de células reticulares en la lámina propia del intestino.

Figura 5. Necrosis de la punta de vellosidades del yeyuno, correspondiente a un cerdo lactante con diarrea del cual se aisló rotavirus. Gentileza Dr. Lautaro Pinochet V.

En todas las especies animales afectadas por rotavirus, la enfermedad se presenta principalmente en los recién nacidos e individuos jóvenes. La diarrea se produce como consecuencia del reemplazo de enterocitos diferenciados por un epitelio inmaduro, y a la presencia de una superficie de absorción disminuída debido al acortamiento y disminución de las vellosidades. Las lesiones histológicas se acompañan de una disminución de la actividad disacaridasa intestinal; la presencia de lactasa no digerida en el lumen del intestino delgado y grueso, provee un medio de cultivo favorable para la multiplicación bacteriana, y al ser degrada provoca una diarrea de tipo fermentativo. Por otra parte, la acumulación de ácido láctico condu­ce a un estado de acidosis, a lo que se le suma la pérdida del anión bicarbonato por las heces. El intercambio de potasio por hidrógeno a nivel celular, debido a la pérdida del sodio, produce un aumento de la concentración del potasio en el líquido plasmático y la muerte del animal por paro cardíaco.

En la especie bovina, los rotavirus han sido asociados con cuadros entéricos, especialmente en terneros de 0 a 9 semanas de edad, siendo más grave el cuadro clínico en las primeras 2 semanas de vida. Se ha descrito que los terneros de 5 a 10 días son los que más frecuentemente presentan esta enfermedad, siendo muy rara en animales de menor edad, lo que se explicaría por la inmunidad pasiva transmitida por el calostro, protección que disminuye alrededor del cuarto al sexto día de edad. A pesar de lo anteriormente dicho, los animales jóvenes y los adultos también son susceptibles de contagiarse con rotavirus, prácticamente todos los animales se infectarían en un momento u otro de su vida; sin embargo, existe resistencia en los animales de mayor edad al desarrollo de un cuadro clínico post infección. La importancia de este tipo de infecciones se refiere a su posible rol como fuente de infección para los terneros.

En el medio ambiente la principal fuente de rotavirus serían las heces de los animales con diarrea que contienen el virus en grandes cantidades; los animales aparentemente sanos también pueden compor­tarse como diseminadores de la infección. Como posibles fuentes de contagio se considera el papel de otras especies animales, incluyendo a la fauna silvestre; por otra parte no hay que descartar otras fuentes como objetos y locales contaminados con heces, donde el virus puede sobrevivir hasta 9 meses a temperatura ambiente.

Luego de la infección rotaviral, muchas bacterias poco patógenas son capaces de colonizar la mucosa e intensificar el cuadro; esta asociación se ha producido experimentalmente inoculando rotavirus seguido de E. coli K 99+. La inoculación de igual cantidad de E. coli antes que rotavirus no provocó diarrea.

El período de incubación de la infección rotaviral fluctúa entre 15 horas y 3 ó 4 días. El primer signo de enfermedad es anorexia, el animal se observa deprimido; la temperatura rectal puede estar aumentada o permanecer normal. Luego se presenta diarrea, con heces de consistencia y color variables; la deshidratación se demora más en presentarse que en la colibacilosis. Los animales pueden morir debido a paro cardíaco por hiperkalemia o como resultado de la deshidratación o por infecciones secundarias; si no existen complicaciones los animales se recuperan en 3 ó 4 días. Desde un punto de vista inmunitario, se ha demostrado que animales con bajas tasas de inmunoglobulinas presentan una mayor susceptibilidad a la infección rotaviral; sin embargo, los niveles de anticuerpos séricos no son importantes en su prevención, así, para proteger al animal, los anticuerpos deben estar en el lumen intestinal como globulinas clase A (IgAs) que confieren una inmunidad de tipo local. Las IgAs se desarrollan activamente luego de una infección intestinal o son aportadas en forma pasiva a través del calostro o leche prove­nientes de madres inmunes.

Estudios de rotavirus en animales domésticos en Chile

La presencia de rotavirus se remontaría al año 1970, fecha en que González y Berríos presentan a la XII Reunión Anual de la Sociedad de Biología de Chile, un estudio sobre el brote de diarrea epidémica en ratones (Mus musculus), en el cual se describe la presencia de un virus, presumiblemente un rotavirus, asociado a diarrea en ratones lactantes de un bioterio de Santiago. En dicho estudio se reprodujo la enfermedad mediante la inoculación, en ratones lactantes susceptibles, de un filtrado libre de bacterias proveniente de heces de ratones con diarrea. Tanto el cuadro clínico observado como el reproducido artificialmente eran semejantes al descrito para EDIM, causado por un rotavirus (González y Berríos, 1970).

Diez años después, Aguilar et al., en 1980, demuestran fehacientemente mediante microscopía electrónica, la presencia de rotavirus en terneros con diarrea, provenientes de Valdivia, iniciando así el estudio sistemático de los rotavirus en animales domésticos en Chile (Figura N° 1).

Posteriormente, Rivas, en 1983, analizó mediante electroforesis en gel de poliacri­lamida, 349 muestras de heces de lechones lactantes de criaderos de la Región Metropolitana, encontrando un 14,3% de positividad (50/349), correspondiendo 47 de ellas (16,2%) a casos de diarrea. La presencia de rotavirus en heces diarreicas fue estadísticamente significativa (Díaz et al., 1984).

Bajo el proyecto 'Síndrome diarreico agudo en cerdos lactantes', financiado por el Ministerio de Agricultura, Fundación Fondo de Investigación Agropecuaria (1984), durante el año 1984 se recolectaron 100 muestras de contenido intestinal de cerdos lactantes que presentaban o habían muerto con signos de síndrome diarreico, per­tenecientes a 26 predios de explotación porcina de la Región Metropolitana. A través de la prueba ELISA se detectaron 23 muestras positivas y 18 sospechosas (Pinochet, 1986). Los rotavirus se encontraron generalmente junto a bacterias como Escheri­chia coli y Camopylobacter coli; solamente en 4 cerdos lactantes constituyeron el único agente microbiológico detectado (Smith et al., 1986). Posteriormente se amplió el estudio de las cepas de rotavirus porcino, encontrándose cuatro de ellas que mostraban, en gel de poliacrilamida, las 11 bandas características del electroferotipo de los rotavirus (Figura 2) (Berríos et al., 1989).

En 1985, Berríos et al., presentan, en el X Congreso Panamericano de Veterinaria y Zootecnia realizado en Buenos Aires, Argentina, los resultados de un estudio preliminar de rotavirus en equinos, mediante ELISA y microscopía electrónica, en 60 muestras fecales de potrillos pertenecientes a dos haras de la Región Metropolitana y un haras de la X Región, en el cual se detectaron 12 muestras positiva, nueve de ellas correspondían a potrillos con diarrea o con antecedentes de diarrea. No se encontraron otros virus al ser inoculadas las muestras en cultivos celulares de riñón fetal equino (Berríos el al., 1987).

Entre enero y marzo de 1985 se recolec­taron 63 muestras de terneros, de 1 a 6 años de edad, pertenecientes a cinco predios lecheros de la Región Metropolitana. El estudio realizado por microscopía electrónica y ELISA, detectó 15 muestras positivas, 11 de ellas correspondían a 53 terneros con diarrea o con antecedentes de haberla tenido (Berríos et al., 1987). Entre mayo y junio se continuó este estudio en una lechería de la Región Metropolitana, caracterizada por ser un recinto sanitariamente aislado, contar con un sistema de producción intensivo y una alta concentración de animales, destete precoz de los terneros y existencia de registros productivos confiables en 523 bovinos. En 122 muestras se detectaron 9 casos positivos a rotavirus por ELISA, 6 de ellos en terneros y 3 en vacas de 3 años. Cuatro de los terneros positivos presentaban diarrea durante el muestreo, y tenían una edad entre 12 y 39 días (Berríos et al., 1987). En el mismo año, Núñez estudia 77 muestras fecales de terneros pertenecien­tes a lecherías de la zona central, encontrando 22 casos positivos con la prueba de aglutinación en látex (Núñez, 1986).

En la zona sur de Chile, Reinhardt et al. (1986) estudian 231 muestras fecales, 146 de terneros y 85 de lechones, obtenidas entre diciembre de 1984 y septiembre de 1985. Estos autores utilizan microscopía electrónica ELISA, encontrando 24 terne­ros positivos (20,3%) y 10 lechones positivos (14,7%), determinándose, además, que la mayoría de los animales positivos tenían entre 10 y 30 días de edad.

Además de los estudios realizados en bovinos, porcinos y equinos, se han pesquisa­do rotavirus en conejos, ovinos y pequeños rumiantes. En conejos, de un total de 104 muestras fecales de conejo angora de tres criadores comerciales de la Región Metropolitana, se obtuvieron dos casos positivos por ELISA, uno correspondía a un gazapo de 48 días de edad, con diarrea, y el otro a un gazapo de 40 días, sin antecedentes de diarrea. Este hallazgo no fue corroborado por microscopía electrónica ni por electroforesis del ARN viral (Berríos et al., 1987).

En ovinos se estudió la presencia de rotavirus por ELISA, en 161 muestras fecales  de corderos menores de 3 meses de edad y de 19 adultos. Las muestras se recolectaron, durante el invierno de 1986, en ovinos de cinco predios de la Región Metropolitana, V y VI Regiones. Se detectaron 17 muestras positivas (9,4%), de las cuales 7 eran de corderos con diarrea, 8 de corderos sin diarrea, y dos de adultos sin diarrea; estableciéndose asociación entre presencia de rotavirus y diarrea (Berríos et al., 1988).

En pequeños rumiantes del Zoológico Nacional de Santiago se analizaron, median­te ELISA, 147 muestras fecales extraídas entre marzo y junio de 1986, detectándose 9 muestras positivas, 82 sospechosas y 56 negativas, correspondiendo las positivas a dos llamas, tres ovejas somalí, un ciervo negro, una alpaca y dos venados chilenos (Berríos et al., 1988).

Actualmente se encuentra en desarrollo un estudio de caracterización cultural y bioquímica de la cepa Leyda de rotavirus ovino, la que presenta un título infeccioso de 105'5 DICT 50/mi en células MA-104. Luego de tres paajes sucesivos el virus se adaptó en cultivos primarios de riñón de gazapo, produciendo un leve efecto citopático; la replicación vira¡ se constató a través de ELISA (Rotazyme, Abbott) y aglutinación en látex (Slidex Rota-Kit, bioMérieux). No se logró adaptar el virus en células de riñón fetal equino y ovino, testículo bovino y fibroblastos de embrión de pollo. Al reali­zar una curva de crecimiento se observaron títulos máximos de 105'5 DICT 50/ml intracelular a las 48 horas post inoculación, y extracelular a las 72 horas post inoculación. La electroforesis en gel de poliacrilamida (Rotagel, ISP) mostró un patrón de migración semejante al de otros rotavirus ovinos. El virus fue resistente al tratamien­to con éter y soluciones pH 3,0 y 9,0, y de temperaturas de 25, 30 y 40° C por 30 mi­nutos. A 50° C de tratamiento el título disminuye en 1 log base; a 60 y 70° C no se detecta infecciosidad viral. A 50° C el virus es más termosensible al ser tratado en presencia de MgCl2 2M. Un suero preparado mediante la inoculación de conejos con la cepa en estudio, presentó un título de DPFS de 160 y un IN de 4,33 (Alvarado et al., 1990).

La casi totalidad de los estudios realizados en Chile referentes a la participación de rotavirus en diarreas de animales domésticos, ha sido financiado por tres proyectos de investigación: 1) Proyecto N° 0163 FONDECYT 1984, realizado en el Instituto de Microbiología de la Universidad Austral de Chile. 2) Proyecto 'Síndrome diarreico agudo en cerdos lactantes', Ministerio de Agricultura. Fundación Fondo de Investigación Agropecuaria. 1984. 3) Proyecto A 1648. DTI. U. de Chile. 1983 a la fecha. 'Estudio virológico de enfermedades digestivas en animales de importancia económica'. Estos dos últimos proyectos han sido realizados fundamentalmente en el Depto. de Medicina Preventiva Animal de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la U. de Chile.

Con respecto a las técnicas de diagnóstico usadas en estos estudios, cabe destacar que se demostró la presencia de rotavirus en heces de animales con y sin dia­rrea, recién nacidos y adultos, pertenecientes a diferentes especies. Cabe señalar que la observación de partículas rota­virales en microscopía electrónica (Figu­ras 6, 7, 8 y 9), solamente se pudo realizar en muestras que tenían 3 ó 4 (+) en ELISA, técnica inmunoenzimática de gran sensibilidad y especificidad. La técnica de agluti­nación pasiva en látex que entrega resul­tados en 5 minutos, permitió corroborar rápidamente los resultados de las experiencias realizadas. La utilización de cultivos celulares MA-104 permitió adaptar un total de 24 cepas (1 de bovino, 3 de equinos, nueve de caprinos, dos de llamas, cuatro de oveja somalí, dos de pudú, una de alpaca, una de ciervo negro y una de guanaco), situación que a su vez permite el estudio electroforético de dichas cepas, su caracterización y posible estudio patológico. El análisis electroforético realizado con el 'kit' Rotagel ISP ha entregado un interesante resultado que permite demos­trar las diferencias de los electroferotipos existentes entre las cepas de diferentes especies animales.

Figura 6. Rotavirus de heces de ternero (210.000 x). (Macchiavello. 1985)

 

Figura 7. Microfotografía electrónica de rotavirus provenientes de heces de cabritos (112.500 x). (Fiegehen, 1987).

 

Figura 8. Microfotografía electrónica de una partícula de rotavirus equino (130.000 X) (Razmilic, 1985).

 

Figura 9. Microfotografía electrónica de rotavirus en heces de cerdos lactantes con sindrome diarreico (130.000 x) (Berríos et al, 1989).

De acuerdo con los resultados analizados, muchos de ellos con carácter de preliminar, se plantea la necesidad de continuar esta línea de estudio en Chile, especialmente en cuanto a su relación con la presentación de diarreas en cerdos lactantes, potrillos y terneros. En cabritos y corderos, dadas sus características de manejo, es perfectamente factible de realizar un estudio de patogénesis de los rotavirus aislados, complementada con la técnica de anticuerpos fluorescentes.

Considerando la gran ubicuidad de los rotavirus detectados, se debería realizar un estudio seroepidemiológico que complemente los aislamientos de rotavirus obtenidos. Finalmente, cabe desarrollar un estudio sobre las posibles interrelaciones entre los rotavirus provenientes de diversas especies animales y el hombre.

Bibliografía seleccionada

ACEVEDO, I. (1986). Estudio preliminar de rotavirus en conejo angora. Tesis Medina Veterinaria. Santiago. Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias. Universi­dad de Chile.

AGUILAR, M., G. REINHARDT, R. WIL­KENS. (1980). Rotavirus en diarrea de terneros. Informe preliminar. V Jornadas Chilenas de Microbiología. Valdivia, Chile. Octubre (5).

ALVARADO, M., P. BERRIOS, M.O. CELE­DON, M.C. SANTIBAÑEZ. (1990). Carac­terización de una cepa (Leyda, 1987) de rotavirus ovino adaptada en cultivos celulares. XIII Congreso de Microbiología. 1.er Congreso de Micología. Valpa­raíso, Chile. Abril.

BERRIOS, P., D. RAZMILIC, R. MALDO­NADO, M.O. CELEDON, V. MONASTE­RIO. (1985). Estudio preliminar de rotavi­rus en equinos mediante ELISA y microscopía electrónica. X Congreso Panamericano de Veterinaria y Zootecnica. Buenos Aires, Argentina. Septiembre (320).

BERRIOS, P., M.O. CELEDON, F. NUÑEZ, P. FIEGEHEN. (1986). Rotavirus en caprinos de la Comuna de San José de Maipo, Chile. 2.o Congreso Argentino de Virolo­gía. Córdoba, Argentina. Octubre (42).

BERRIOS, P., M.O. CELEDON, P. GECE­LLE, I. ACEVEDO. (1987). Detección de rotavirus en conejo angora. Monografías Med. Vet. 9 (1): 46-48.

BERRIOS, P., M.O. CELEDON, L. MORAGA, C. MATHIEU, V. MONASTERIO. (1987). Detección de rotavirus en terneros de la Región Metropolitana. Agro-Ciencias 3 (1): 35-39.

BERRIOS, P., C. PEDRAZA, L. MORAGA, M.O. CELEDON, M. MACCHIAVELLO. (1987). Detección de rotavirus en terneros y vacas de una lechería de la Región Metropolitana. Agricultura Técnica 47 (4): 345-349.

BERRIOS, P., J. MALDONADO, M.O. CELEDON, D. RAZMILIC, V. MONASTE­RIO. (1987). Detección de rotavirus en equinos. Estudio preliminar. Arch. Med. Vet. 19 (1): 13-17.

BERRIOS, P., M.O. CELEDON. (1988). Detección de rotavirus en animales do­mésticos de Chile. XI Congreso Paname­ricano de Ciencias Veterinarias. Lima, Perú. Agosto (E53).

BERRIOS, P., M.O. CELEDON, V. RAMIREZ, C. CREMPIEN. (1988). Detección de rotavirus en ovinos de la zona central. VII Congreso Nacional de Medicina Veterinaria. Cilillán, Chile. Diciembre (172).

BERRIOS, P., V. RIVEROS, M.O. CELE­DON, M. CUZMAR. (1988). Presencia de rotavirus en pequeños rumiantes del Zoológico Nacional de Santiago. VII Congreso Nacional de Medicina Veterinaria. Chillán, Chile. Diciembre (189).

BERRIOS, P., F. NUÑEZ, M.O. CELEDON, P. FIEGEHEN, M. SANTIBAÑEZ. (1988). Detección de rotavirus en caprinos de San José de Maipo, Región Metropolitana, Chile. Av. Cs. Vet. 3 (2): 98-101.

BERRIOS, P., M.O. CELEDON, V. RAMIREZ. (1988). Rotavirus en ovinos. Detección mediante ELISA y aislamiento en cultivos celulares MA-104. Arch. Med. Vet. 20 (2): 108-112.

BERRIOS, P., V. RIVEROS, M.O. CELEDON, M. CUZMAR. (1988). Rotavirus en pequeños rumiantes del Zoológico Nacional de Santiago. Monografías Med. Vet. 10 (2): 45-49.

BERRIOS, P., L. PINOCHET, P. ABALOS, L. CUEVAS. (1989). Presencia de rotavirus en cerdos lactantes con síndrome diarreico. Av. Cs. Vet. 4 (2): 160-163.

CUZMAR, M. (1987). Estudio preliminar de rotavirus en pequeños rumiantes del Zoológico Nacional del Parque Metropolitano de Santiago. Tesis Medicina Veterinaria. Santiago. Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias, Universidad de Chi­le.

DIAZ, I., E. SPENCER, C. RIVAS, A. SKOKNIC. (1984). Aislación y caracterización de electroferotipos de rotavirus en cerdos lactantes en Chile. V Congreso de Medicina Veterinaria. Valdivia, Chile. Agosto (1-035).

FIEGEHEN, P. (1987). Estudio de rotavi­rus en cabritos de la Comuna de San José de Maipo. Tesis Medicina Veterinaria. Santiago. Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias, Universidad de Chi­le.

GONZALEZ, O., P. BERRIOS. (1970). Estudio de un brote de diarrea epidémica en ratones (Mus musculus).XII Reunión Anual Soc. Biología de Chile. Santiago, Chile. Diciembre.

MACCHIAVELLO, M. (1985). Estudio de rotavirus en terneros y vacas de una lechería de la Región Metropolitana. Tesis Medicina Veterinaria. Santiago. Facultd de Ciencias Veterinarias y Pecuarias. Universidad de Chile.

MATHIEUX, C. (1984). Estudio preliminar de rotavirus en bovinos. Tesis Medicina Veterinaria. Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias. Universidad de Chile.

NUÑEZ, C. (1986). Determinación de Escherichia coli K 99+ y rotavirus en terne­ros neonatos afectados de diarrea. Tesis Medicina Veterinaria. Santiago. Facul­tad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias. Universidad de Chile.

PALACIOS, O. (1986). Experiencia en diagnóstico de rotavirus mediante rotaforesis en laboratorios hospitalarios. IV Jornadas Científicas. Instituto de Salud Pública de Chile. Santiago, Chile. Mayo (36).

PINOCHET, L. (1986). Síndrome diarreico agudo en cerdo lactante. Resumen general. Monografías Med. Vet. 8: 7-15.

RAMIREZ, V. (1987). Estudio preliminar de rotavirus en ovinos. Tesis Medicina Veterinaria. Santiago. Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias. Universidad de Chile.

RASMILIC, D. (1985). Estudio preliminar de rotavirus en equinos. Tesis Medicina Veterinaria. Santiago. Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias. Universi­dad de Chile.

REINHARDT, G., S. RIEDMANN, M. POLETTE, M. AGUILAR, N. NIEDDA. (1986). Diarrea neonatal: Infección por rotavirus en bovinos y porcinos. Arch. Med. Vet. 18: 23-27.

RIVAS, C. (1983). Detección y caracteriza­ción de rotavirus en cerdos lactantes en la Región Metropolitana. Tesis Medicina Veterinaria. Santiago. Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias. Universidad de Chile.

SMITH, P., L. PINOCHET, G. ALEGRIA, J. LAZO, C. FREIXES. (1986). Presencia de campylobacter en cerdos lactantes con diarrea. Av. Cs. Vet. 1: 77-80.